viernes, 17 de octubre de 2008

"... deja, como una estela....

... una sensación inconfundible de reprimenda vigilante, como si un ángel hubiera tocado brevemente la superficie del mundo con un pie calzado con una sandalia, preguntando si había algún problema y, al habérsele respondido que no había ninguno, hubiese vuelto a su sitio en el éter con una gravedad escéptica, tras recordar a los hijos terrenales que apenas están autorizados a manejar sus propios asuntos, y que no se pasará por alto una nueva negligencia..."


M. Cunningham, "Las horas"

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